Faltan unos días para Navidad y Nochevieja, y ya sentimos los efectos del bombardeo emocional con el que se nos acribilla cada año.
Los anuncios y los programas de televisión, la decoración de los centros comerciales, las canciones nostálgicas… No hay escapatoria. Se ha tejido a nuestro alrededor una tela de araña perversamente eficaz que nos hace caer en un consumismo desaforado.
Como resultado, tenemos consultas de psicólogos y psiquiatras a reventar; recaudaciones millonarias en los casinos y salas de juego; medio centenar de muertos en Siberia por ingerir gel de baño en lugar de alcohol durante estas celebraciones; millones de personas arrastradas como autómatas a festejar sin alegría y a endeudarse por encima de sus posibilidades. Pero como ninguna de estas noticias ocupan titulares, nos pasan desapercibidas. El ruido nos aturde y nos perdemos en la vorágine de la locura generalizada.
Podemos negarnos a seguir la corriente
Estoy de acuerdo con el filósofo Byung-Chul Han cuando afirma en su libro, La sociedad del cansancio, que toda época tiene su enfermedad, y que la del siglo XXI es la neuronal (depresión, TDAH, TLP, síndrome de desgaste ocupacional, etc…) Es la consecuencia de nuestra forma de vida actual, de la que el modo de celebrar estas fiestas solo es la punta del iceberg de un problema mucho más generalizado. La nuestra es una sociedad individualista, frenética y superficial.
Pero no todo está perdido; podemos negarnos a seguir la corriente. Por eso, en lugar de las felicitaciones habituales, os deseo para estos días momentos de silencio y de retiro. Como explica Byung-Chul Han, el pensamiento los necesita. Son imprescindibles para aprender a mirar, como decía Nietzsche, con calma y paciencia. Necesitamos volver a la vida contemplativa y más que nunca en estas fechas. En mi caso, un paseo, un buen libro y contemplar la naturaleza son suficientes para volver cargada de energía… e inspirarme.
1 comentario
Estoy de acuerdo,con lo de la era del cansancio emocional,el consumismo y la enfermedad de la depresion emocional o el desgaste ocupacional