ARTÍCULO APARECIDO EN EL NÚMERO 16 DE LA REVISTA SCRIBERE
El mago y el escritor tienen mucho en común. Ambos se valen de trucos para hacer pasar por realidad algo que no lo es.
Sus públicos respectivos lo saben y aceptan el desafío. Incluso los más críticos están deseando que se produzca el milagro y que esa mentira cobre vida. Porque solo entonces surgirá la magia.
El mago Ambrose Bierce recurre en el cuento Lo que pasó en el puente de Owl Creek a uno de los trucos más ingeniosos sobre el tiempo de los que se hayan utilizado en la literatura. El lector desprevenido lo leerá con el corazón en un puño, porque el cuento es intenso. Pero no será hasta el final cuando descubra que, en algún momento de la historia, Bierce ha cambiado los tiempos, como un trilero. Entonces volverá sobre sus pasos y se maravillará de la sutileza del giro. Volveréis, creedme, yo lo hago cada vez que lo leo.
Un mago que no limitó sus trucos a la ficción

Bierce
Espero que este relato os avive la curiosidad por leer más libros de este escritor y periodista norteamericano. Muy famoso por sus cuentos terroríficos y su humor cáustico. Su apodo no puede ser más elocuente, Bitter Bierce, el amargo Bierce. Os recomiendo sus Cuentos sobre soldados y civiles, muy admirados por Lovecraft.
Pero un mago tan genial no podía limitar sus trucos a la ficción. Bierce creó un personaje de sí mismo al protagonizar una de las desapariciones más famosas del mundo de la literatura. En octubre de 1913, con setenta y un años, salió de Washington para recorrer los antiguos campos de batalla de la Guerra Civil. En diciembre cruzó a México y posteriormente se unió al ejército de Pancho Villa como observador. Llegó hasta Chihuahua, donde su rastro desapareció. Aunque las teorías más fiables sitúan su muerte en 1914, en su biografía siempre aparece esa fecha acompañada de un signo de interrogación. Y no, su muerte no fue una desgracia fruto de la mala suerte. El mago la planificó. Antes del viaje escribió una carta. «Adiós. Si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mexicano y me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que yo pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Supera a la ancianidad, a la enfermedad, o a la caída por las escaleras de la bodega.» La muerte del mago Bierce fue su último truco, probablemente el mejor.