Nadie como un príncipe para escribir una novela histórica inspirada en uno de sus antepasados; lo sorprendente es que una de las obras maestras de la literatura italiana fuera escrita por un novel.Giuseppe Tomasi de Lampedusa solo escribió esta novela, publicada un año después de su muerte. Como no es corriente que un escritor novel escriba con tanta maestría, la crítica se afanó en buscarle errores y, por supuesto, los encontró (ciertas intromisiones del narrador en un futuro que debería callar). Pero para mí son como las imperfecciones de un brillante único: lo vuelven más valioso.
Sobre el lenguaje, en cambio, existe unanimidad. Os invito a paladearlo despacio, en especial la larga escena del baile. Una historia semejante solo podía servirse al lector en una bandeja de plata exquisitamente labrada. Y aún así, lo mejor de la novela, aquello por lo que se os grabará en la memoria, son sus personajes. Tancredi, Angélica, Chevalley, el padre Pirrone, don Calogero… aunque yo escojo al príncipe Don Fabrizio y a su hija Concetta, la única que por su carácter perpetuará a los verdaderos Salina.
La decadencia de la aristocracia en la Sicilia de Garibaldi descrita por un príncipe

El Gatopardo de Giuseppe Tomasi de Lampedusa
Don Fabrizio lo es todo en la novela, es la novela misma. Representa al último bastión de una aristocracia que jamás volverá a ser igual; es El Gatopardo, el emblema del orgulloso linaje del príncipe; al propio Giuseppe Tomasi de Lampedusa escritor, que tal vez intuía que la vida se le escapaba de las manos; y a la adormilada Sicilia. El paralelismo entre el lento envejecimiento físico del príncipe y el desmoronamiento de su mundo es evidente. Aunque la suya es una decadencia muy lúcida.
En pocas novelas como El Gatopardo los personajes tienen tanta conciencia del momento histórico que viven. La frase de Tancredi lo demuestra: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie” (el joven aristócrata se finge revolucionario para mantener sus privilegios en el nuevo régimen burgués). Y las reflexiones de don Fabrizio sobre su clase, mucho más profundas, también. Con el tiempo descubrirá que esa adaptabilidad que al inicio parecía tan buena, terminará por hacerles perder su esencia. En la actualidad sorprende que, en el momento de su publicación, se criticara la visión inmovilista y reaccionaria que defiende la novela a través de don Fabrizio. Para mí solo es coherencia. ¿Qué otra mentalidad correspondería al último príncipe del linaje de los Salina?